En los últimos años se ha convertido en algo habitual encontrarnos con remasterizaciones de obras, tanto de películas como de videojuegos. La idea principal es preservar y actualizar dichos títulos gracias a la edición digital y a los avances que esta ha tenido, pero... ¿es tan sencillo como eso? Podría dar la impresión de que se ha convertido en una forma fácil y rápida de hacer dinero, en un negocio, y en muchos casos así es. Sin embargo, hay que reconocer que algunos resultados se justifican más que otros, dado lo logrados que están.
Si algo es cierto, es que las remasterizaciones nos dan en muchos casos la oportunidad de jugar a títulos casi imposibles de encontrar, o de redescubrir obras como películas con mucho éxito. Invertir en nuevas licencias o expandir las existentes es más arriesgado y costoso para las empresas, tanto económicamente como en cantidad de trabajo. El error viene cuando se meten todas las remasterizaciones en el mismo saco.
¿Por qué remasterizar? Los motivos para llevar acabo una remasterización, independientemente de qué se trate, son tantos como los que llevan a un individuo a consumirlas: por actualizar, adaptar y resucitar un título, hacer un sondeo, satisfacer una demanda de marca o de fans, por buscar financiación... etc. No obstante, también hay alternativas a las remasterizaciones:
1-Remake: A diferencia de las remasterizaciones se desarrollan completamente desde cero, manteniendo fidelidad al título original pero añadiendo mejoras. Es algo muy habitual en las películas.
2-Retrocompatibilidad o emulación: Algunas consolas actuales ofrecen la posibilidad de recuperar juegos que aparecieron en sus anteriores modelos, tanto en digital como en disco. Otras ofrecen un servicio de emulación mediante el cual puedes volver a comprar ciertos títulos del catálogo de consolas anteriores.
3-Reboot: Comienzan desde cero eliminando todo menos lo esencial, es decir: los protagonistas, el contexto y, con suerte, varias referencias en el argumento. Esto lo convierte en un producto completamente diferente y renovado.
4-Port: Consiste en añadir mejoras gráficas, sonoras, de jugabilidad e incluso novedades exclusivas. De esta manera no se convierte en una remasterización.
Como es lógico, las remasterizaciones tienen un fin comercial, que tienen un trabajo profesional detrás y una distribución y licencias de por medio. Sin embargo, tienen la ventaja de que ya existe una menor inseguridad a la hora de producirlo y distribuirlo, dado que por la nostalgia o la recomendación de alguien que conoce el producto es una parte clave del proceso de remasterización con la que toda empresa cuenta.
Las remasterizaciones tienen como finalidad llegar a un público que no tuvo la oportunidad de disfrutar los títulos originales en su momento, pero hay empresas que se han ganado una reconocida fama por enfocarse más a las remasterizaciones que a invertir en continuaciones a la altura de los primeros títulos. Esto es algo que, en muchas ocasiones, suele enfadar y echar atrás a los jugadores que esperan nuevos títulos y se encuentran con un catálogo lleno de remasterizaciones o remakes, por no hablar de sus precios.
En definitiva, sin una propuesta atractiva o una marca o juego reconocidos y demandados, estaríamos hablando de una iniciativa absolutamente en vano.
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