Saludos, simples mortales. Hoy vamos a hacer un análisis sin spoilers de una serie estrenada el 1 de enero en Netflix, Drácula. Partimos de la historia del conde Drácula, un anciano aristócrata rumano de la zona de Transilvania que ha adquirido recientemente una casa en Londres (el mismísimo centro económico mundial) y hace llamar a un abogado inglés, Jhon, para que organice económica y legalmente su patrimonio. Incluso nada más llegar, Jhon siente que un aura de oscuridad rodea al conde y su castillo en las montañas de Transilvania. Conforme pasan los días se va encontrando más y más cansado y el conde se encuentra cada vez más joven.
Sin contaros nada más al respecto sobre el argumento, se trata de una serie basada en el libro de Drácula de Bran Stoker, dado que el comienzo del libro y de la serie es exactamente igual, aunque más desarrollada la trama se separa del argumento original del libro. Es una serie de terror al viejo estilo, nada que ver con películas de terror como las de la saga Warren o Insidious, y bien comparado con películas, pues cada capítulo dura la friolera de casi 2 horas. Ambientada perfectamente en la época del siglo XIX, con unos personajes carismáticos, con gran profundidad, misterio, intriga y evolución, todo ello teñido con el barniz más terrorífico que pueda ofrecer este viejo clásico del terror.
Personalmente, puedo asegurar que esta serie engancha, quizás a muchos os echará para atrás el tema del terror, la sangre y la ambientación, y sí, la serie no está desprovista de algún que otro susto, escenas de agonía y un gore digno del mismísimo conde Drácula. Aún así, al igual que hacen algunos compañeros míos, califico a esta serie con un 9/10 descontando algunos detalles como son la poca credibilidad de la sangre usada y el desarrollo de algunas historias secundarias un tanto insulsas, aunque relevantes al final. Espero que podáis disfrutarla tanto como la he disfrutado yo.
Hasta la próxima, cachorros.
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